Las cuatro claves que marcarán el rumbo del sector energético en 2022

Redacción | 17 de enero de 2022

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2021 ha sido un año en el que el sector energético ha estado en el punto de mira. A los continuos récords en la escalada del precio de la electricidad y los consecuentes debates sobre las alternativas energéticas, se han sumado las continuas medidas e iniciativas de carácter normativo que tienen por objetivo fomentar la transición energética. En este entorno, 2022 va a ser un año crucial a la hora de repensar el sistema energético y adecuarlo a la situación, las necesidades y las demandas del país. Desde Austral Venture Gestión, consideramos que hay cuatro claves que marcarán el sector de cara al próximo ejercicio.

  1. El coste energético podría verse reducido con las medidas pertinentes: el debate en torno al coste de la energía y las fluctuaciones del precio del gas durante los últimos meses, así como sus perspectivas de cara a este ejercicio, han planteado incógnitas sobre cómo abaratar precios e integrar, al mismo tiempo, modelos de generación más respetuosos con el medio ambiente. Las energías renovables presentan numerosas oportunidades en este terreno: basta observar cómo el coste del MW producido actualmente con gas se mueve en una horquilla de precios de entre 150 y 300 euros, mientras que, con un coste de 45€/MWh, las renovables permiten cubrir costes y obtener una rentabilidad interesante. Esta evidente ventaja en el menor coste de la generación renovable también se ha observado con la creciente presencia del fotovoltaico (PV) y el eólico en la generación energética nacional. Es previsible que el aumento de la generación de este tipo de energías renovables cristalizará en unos precios más bajos y estables, así como en una mayor independencia energética. Esta autonomía permitirá afrontar mejor los cambios económicos y las incertidumbres de mercado, lo que, en última instancia, reducirá la estructura de costes y mitigará las subidas de precios vividas en 2021.
     
  2. La transición energética seguirá con fuerza: Si dejamos a un lado los factores exógenos que puedan incidir sobre la propia dinámica de las renovables, como son la inflación o las perspectivas de crecimiento, vemos que, con independencia del escenario económico, la necesidad de cambiar el modelo de producción y consumo energético y de alcanzar un modelo energético sostenible, limpio e integral va a ser clave en las próximas décadas. En este sentido, consideramos que en 2022 va a continuar la tendencia ya iniciada durante este ejercicio, con inversión en las energías solar, eólica, hidráulica y la movilidad sostenible. Además de las múltiples ventajas de este tipo de energías, como son su competitividad, su inferior coste y sus ventajes medioambientales, no ha de olvidarse que pueden contribuir positivamente a dar trabajo en zonas de la España vaciada, así como a tener una mayor independencia nacional dentro del sector.
     
  3. Las oportunidades de inversión en energía aumentarán: la transición energética va a generar oportunidades de inversión muy variadas en el terreno de la energía, con un abanico de productos diverso. Esperamos que se consolide la inversión en la vertiente fotovoltaica, gracias a las buenas condiciones de irradiación y al reducido coste del MW que presente esta fuente de energía, así como que aumenten las inversiones en energía solar y eólica, que permitirán reducir la dependencia de los combustibles fósiles. El impacto de estas inversiones va a ser muy significativo y 2022 será solo el comienzo. Así, es previsible que el PNIEC genere un aumento del PIB en los próximos años gracias al impacto positivo que generen las inversiones renovables, así como una mejora en la eficiencia, en las redes de suministro y en el ahorro. Paralelamente, la inversión procedente del sector privado aumentará, fortaleciendo la totalidad de la cadena de valor energética. Además, es necesario tener en cuenta el reto al que se enfrentan todos los agentes del sector, entre los que se incluyen los proveedores de deuda, los inversores y todos los integrantes de la cadena de valor, para lograr la transición energética y cumplir con el calendario de transición sostenible marcado por las organizaciones internacionales y nacionales, cuyo horizonte es 2030. En este entorno, la administración, tanto nacional como autonómica y local, va a ser determinante para alcanzar este objetivo, dado que de ella depende que los proyectos consigan los permisos necesarios para construirse.
     
  4. La integración de las tecnologías necesarias para la transición energética continuará: en 2022 y en los años sucesivos, la adopción de las energías renovables pasará por un importante desarrollo tecnológico. Por una parte, se seguirá haciendo frente al desafío que supone la hibridación tecnológica, por ejemplo, para las energías eólica y fotovoltaica, que permita que, bajo un mismo proyecto, se mantenga una mayor estabilidad en la generación eléctrica. Por otra parte, se prevé que se siga reflexionando sobre la importancia del almacenamiento energético, que será clave para estimular el uso de energías limpias. El impulso de un modelo de almacenamiento de estas características requerirá que se impulsen ciertos elementos, como es el caso de las baterías. Por último, conviene subrayar el peso que tendrán otras tecnologías necesarias para la transición energética, como el hidrógeno, esenciales para la reducción de los gases de efecto invernadero durante los próximos años.