César Cernuda

César Cernuda

Presidente Mundial de NetApp

La relación entre tecnología y sostenibilidad siempre ha sido controvertida. Una investigación encargada en el marco de la iniciativa ‘Visión 2030’ del Foro Económico Mundial reveló que el 70 % de las 169 metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU pueden apoyarse directamente en las tecnologías avanzadas. 

A la par que las tecnologías inundan nuestras vidas y entran de lleno en la toma de decisiones estratégica de las compañías, la cantidad de datos generados en el mundo no hace más que aumentar. Statista predice una esfera de datos global de 180 ZB (1 zettabyte (ZB) = 1,024 exabytes) para 2025. Este aumento considerable de datos generados a nivel global también dispara el impacto en términos de consumo de energía y emisiones de carbono. Haciendo la conversión a km2, 180 ZB serían aproximadamente 180 trillones de km2. La superficie de la Vía Láctea es de 0,8 trillones de km2 aproximadamente, por lo que estaríamos hablando de unas 215 Vías Lácteas de datos. ¿Cuál sería el consumo de energía derivado del almacenamiento y gestión de esta ingente cantidad de información? Una cantidad completamente inenarrable. 

Por ello, las empresas tecnológicas estamos haciendo un énfasis especial en lo que podemos y debemos hacer para ayudar a construir un futuro más sostenible. Es crucial que estos esfuerzos, fruto de la colaboración público-privada, se basen en datos y hechos, y no tanto en marketing y retórica. 

Hay una delgada línea entre las iniciativas impactantes y medibles que contribuyen a corregir la crisis climática y el greenwashing, que practican algunos entes públicos o privados, sin ningún contenido y que tan solo sirve para tener una buena reputación de marca. Esa es la gran diferencia entre parecer sostenible y serlo realmente. 

En primer lugar, para ser una empresa realmente sostenible hay que definir unos objetivos claros y alcanzables. Estos objetivos demostrarán un esfuerzo intencionado por ser más sostenible como organización, por servir a los clientes con soluciones más verdes y por medir el rendimiento medioambiental en todo el ciclo de vida del producto o solución.

Para empezar, es fundamental establecer objetivos de base científica para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La iniciativa Science Based Target (SBTi) ofrece a las compañías una vía realista para reducir las emisiones de alcance 1, 2 y 3 (las fuentes de alcance 1 son aquellas sobre las que la organización tiene responsabilidad directa. El alcance 2 y el alcance 3 son clasificaciones de Fuentes sobre las que la empresa tiene una responsabilidad indirecta). La mayoría de las iniciativas de sostenibilidad de las empresas se centran en las emisiones de alcance 1 y 2, que hacen referencia a la huella de carbono directa de una organización y a las emisiones indirectas de esta, asociadas a la compra y el uso de la electricidad. 

Son menos las organizaciones que piensan o tienen estrategias marcadas en torno a las emisiones de alcance 3, que se centran en el impacto más ampliamente asociado a la cadena de valor ascendente y descendente de una empresa. Estas emisiones son más difíciles de medir, pero son fundamentales para cualquier esfuerzo intencionado y de impacto para ser más sostenible. 

En segundo lugar, hay que cuantificar la huella de carbono de los equipos instalados en las instalaciones de los clientes para informar de las emisiones de alcance 3. En nuestro caso, tenemos el firme objetivo de aumentar cada vez más los esfuerzos para medir, supervisar e informar sobre las emisiones de gases de efecto invernadero con un enfoque específico en la medición de la huella de carbono de nuestras soluciones de una forma más exhaustiva. 

Nuestros clientes siempre van a tener un verdadero apetito por contar con esa información crítica sobre la huella de carbono del ciclo de vida de nuestros productos. Es fundamental ofrecer una variedad de funciones que les permitan recopilar datos de carácter medioambiental sobre estos productos, para así actuar en consecuencia. 

En tercer lugar, es imprescindible mejorar la puntuación en materia de cambio climático, según órganos como el Carbon Disclosure Project (CDP). El CDP es una organización sin ánimo de lucro que administra un sistema global de divulgación para que los inversores, las empresas y los gobiernos gestionen su impacto medioambiental. Además de nuestro compromiso con las evaluaciones independientes para medir el progreso en materia climática, estamos analizando cómo conservamos, optimizamos y suministramos energía de forma responsable a nuestros edificios, laboratorios y centros de datos. Estos esfuerzos incluyen el diseño energéticamente eficiente de las nuevas instalaciones y la mejora de las existentes. 

Por ello, y como principal conclusión, las empresas tecnológicas abanderan el cambio y la transformación digital de las compañías y la sociedad, con el principal objetivo de mejorar la vida de las personas. Sin embargo, también tenemos el deber de ayudar a las organizaciones a utilizar los datos como parte de la solución para ser más sostenibles. No debería existir una diferencia entre lo que las organizaciones piensan y dicen que son y lo que realmente son. 

Alcanzar una sostenibilidad real no es un proceso que se realice de la noche a la mañana, ni existe una única solución o práctica para ser una organización objetivamente sostenible. Un buen punto de partida es establecer y medir los objetivos con métodos científicos y asociarse con expertos en sostenibilidad empresarial que planteen preguntas difíciles, a veces incómodas.