Christophe Donay

Christophe Donay

Director de análisis macroeconómico de Pictet WM

En 2017 los mercados financieros superaron episodios ocasionales de volatilidad debido a factores políticos y geopolíticos. Pero no podemos descartar que en 2018, a pesar de los buenos fundamentales económicos y empresariales, estos contribuyan a la volatilidad e incidan con más fuerza en los mercados financieros. Mucho está relacionado con el declive del poder estadounidense, creciente unilateralismo de Trump y crisis de gobernabilidad global. En concreto, con 65 % probabilidad, esperamos continúe la sincronización del crecimiento y una mayor normalización de política monetaria en las economías más importantes. Con 20 % de probabilidad vemos un escenario alcista con impulso fiscal más fuerte de lo esperado y, con 15 % de probabilidad, un escenario bajista con brusca caída en los mercados financieros ante eventos políticos o geopolíticos adversos, razón para mantener una asignación de activos bien diversificada y proteger la cartera contra la incertidumbre.

En geopolítica la tendencia clave es la crisis de gobernanza mundial, reforzada por el «América primero» de Trump y la disminución de la hegemonía de EE.UU., indiscutida desde 1990, entre otras cosas porque actuar como «policía del mundo» es costoso –Trump lo reconoce al requerir a sus aliados compartir la carga–. De hecho la oficina de Presupuesto del Congreso de EE.UU. estima el coste de las guerras en Irak y Afganistán en 2,4 billones de dólares –su deuda estatal ha aumentado hasta 20,5 billones en 2017 desde sólo cinco billones en 2001–.

Al mismo tiempo China está emergiendo como rival, especialmente en el Pacífico occidental, aunque no está lista para el liderazgo mundial. Seguirá ampliando gradualmente influencia con iniciativas como el proyecto «one Belt, one Road» de inversión masiva en infraestructura desde centro y sudeste de Asia hasta Europa y áfrica e instituciones paralelas como
el Banco de Inversión e Infraestructura de Asia, para competir con organismos multilaterales dominados por EE.UU. como el Banco Mundial y con consolidación de la modernización militar en el mar de China meridional. Además la eliminación de límites a la presidencia permite que Xi Jinping permanezca en el poder más allá de 2012, lo que ayudará a su economía transitar de exportación a mayor consumo interno, aunque a medio plazo las tensiones geopolíticas pueden ser más probables en el mar de China meridional, Taiwán, Islas Senkaku y frontera India-China. Por otra parte, las pruebas de misiles del régimen de Corea del Norte refuerzan la amenaza al territorio de EEUU, pero, a pesar de la retórica, un conflicto militar sigue siendo poco probable, aunque pueda continuar afectando a los mercados. Mientras las tensiones entre India y Pakistán -ambas con armas nucleares- continúan, particularmente en Cachemira. En Asia la votación más importante va a ser en Tailandia para noviembre, con las primeras elecciones desde la imposición del régimen militar de 2014. El partido populista Pheu Thai ha ganado desde 2001, si bien con el nuevo sistema electoral su Parlamento puede quedar más fragmentado.

La UE, por su parte, está muy dividida y no coordinada. Preocupa que Rusia esté promoviendo inestabilidad en los Balcanes. Además hay elecciones presidenciales en Rusia, aunque, con un sistema político autoritario fuertemente orquestado, no hay duda de la reelección de Putin un cuarto mandato no hay oposición genuina-.

Pero los desequilibrios económicos globales requieren coordinación política y los mercados financieros confían en reglas acordadas. Sin embargo EE.UU. se ha retirado del acuerdo sobre clima de París y su compromiso con la organización Mundial del Comercio y Naciones Unidas está en duda. También hay peligro de proteccionismo. Esperamos que los aranceles de Trump tengan un impacto relativamente bajo, pero puede haber tensiones comerciales con China, sobre todo si se amplía el alcance de los aranceles. Mientras las negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) siguen en 2018 y no está claro si Trump se contentará con cambios cosméticos. Puede culpar al TCLAN de la erosión estructural de puestos de trabajo industriales -que se deben en gran parte al progreso tecnológico y automatización-, despertando más escepticismo en la población de EEUU y su Congreso -el cual es crucial para mantener el comercio internacional-. Además hay riesgo de que los vecinos de EEUU se pongan más impacientes. De hecho las elecciones presidenciales mexicanas de julio deben ser vigiladas. Además en EEUU hay elecciones en noviembre y el partido Demócrata puede retomar el Congreso, aumentando las posibilidades de que Trump sea acusado por vínculos de su campaña electoral con Rusia. Hay que tener en cuenta que las tensiones sobre la crisis en Crimea y conflictos separatistas en el este de Ucrania se han exacerbado con este asunto y la votación Brexit, donde ha habido manipulación de medios sociales usando ‘trolls’ de desinformación.

A corto plazo vemos baja probabilidad de escalada de conflictos geopolíticos en 2018, si bien son más probables en oriente Próximo. La guerra civil en Siria parece amainar con la esperanza de la oposición de forzar a Assad, frustrado por la intervención rusa e iraní, a una «partición» del país. También permanece la confrontación entre la Arabia Saudita suní y la Irán chií, las dos principales potencias regionales, sobre todo en Yemen y Líbano. A ello se añade el bloqueo de Qatar liderado por Arabia Saudita. La consolidación de Príncipe Mohammed Bin Salman de Arabia Saudita y las protestas populares en Irán añaden riesgo de error de política y los intentos de hacer fracasar el acuerdo multilateral sobre el programa nuclear de Irán añadir combustible a la inestabilidad. El principal canal de contagio a los mercados sería por alza del petróleo, especialmente si el tráfico por el estrecho de Ormuz se ve amenazado. A ello se añade que ISIS, derrotada en Siria e Irak, puede resurgir, como mostraron trágicamente en 2017.

Por su parte el populismo (del que Trump es producto) rechaza las normas internacionales e instituciones que no responden a sus intereses. Globalmente sus motores principales son el aumento de la desigualdad, inseguridad económica y demanda de justicia social, que siguen muy vivas. No hay ninguna razón para esperar que se intensifique y con la elección de Macron en Francia parecen contenerse, pero ha hecho avances en Italia y el estancamiento en Cataluña es, posiblemente, otro síntoma de populismo en Europa. En Italia asignamos una probabilidad del 30 % a una coalición de partidos anti-europeístas Lega/M5S o nuevas elecciones, pero si un desajuste fiscal puede aumentar las inquietudes sobre sostenibilidad de la deuda Italiana y las tensiones con sus socios europeos. Mientras persiste la amenaza de salida desordenada del Reino Unido de la UE en marzo de 2019 -aunque nuestro escenario base es un largo período de transición seguido de acuerdo de libre comercio semejante al existente con Canadá o Corea del Sur a cambio de más concesiones de los británicos -. Suecia también va a elecciones en septiembre para elegir nuevo Parlamento y será clave la extrema derecha, antiinmigrante y euroescéptica de los Demócratas. A ello se añade en áfrica subsahariana y Libia los estados fallidos y altas tasas de natalidad, que amenazan con una nueva oleada de migración a la UE, mal preparada para gestionarla, lo que puede promover fuerzas populistas y un creciente sentimiento anti-inmigrante.

También hay riesgo de populismo en Brasil y México. En América Latina los últimos años, tras la explosión de la burbuja de materias primas, ha ascendido el centro-derecha, terminando un largo período de dominación de populistas de izquierdas. Pero Michel Temer en Brasil y Enrique Peña Nieto en México se mueven en niveles de impopularidad sin precedentes. Los votantes en México están hartos de la corrupción, delincuencia y débil crecimiento económico, de manera que el populista de izquierda López obrador encabeza las encuestas. A su vez el gobierno de centro-derecha de Brasil se enfrenta a denuncias de corrupción (más del 60 % de diputados del Congreso acusado) e impopulares reformas económicas. En este estado de cosas el expresidente de centro-izquierda Lula da Silva -puede quedarse al margen debido a acusaciones de corrupción- y populista de extrema derecha Jair Bolsonaro lideran las encuestas. En ambos países hay tiempo para que los candidatos de centro cierren la brecha, pero el riesgo de malestar popular es alto.