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Humerto Arnés

Director General de Farmaindustria

“La industria farmacéutica es como el agua del grifo. Sabes que está ahí, que saldrá agua cuando lo abras, sin darle más importancia; es un hecho natural en nuestra sociedad”. Suscribo esta reflexión que compartía hace unos días un periodista en un coloquio sobre los retos de la pandemia. Lo mismo que con el agua nos pasa con los medicamentos. Sabemos que están ahí, a nuestra disposición cuando nos hacen falta. Para ello trabajamos día a día en la industria farmacéutica. Nuestra misión es poner a disposición de los pacientes los medicamentos que necesitan cada día para poder hacer una vida normal, y dedicamos recursos e inversiones a encontrar nuevos tratamientos que curen o controlen las enfermedades.

La pandemia que nos azota ha puesto de relieve la importancia de nuestro sector. Desde el primer día de la crisis fuimos considerados esencial y nuestro desafío desde entonces fue doble. Primero, que todos los españoles tuvieran, cada día, sus medicamentos para tratar sus enfermedades habituales: su diabetes, su cáncer, su leucemia, su esquizofrenia, su hipertensión… 25 millones de españoles toman todos los días al menos un medicamento para combatir dolencias y enfermedades, y esos 25 millones de personas han tenido cada día los medicamentos que necesitaban. Junto a ello, nuestras compañías –Farmaindustria representa a más de 140 compañías innovadoras nacionales y multinacionaleshan emprendido, en colaboración con la iniciativa pública, la mayor carrera investigadora en la historia de la medicina para buscar medicamentos y vacunas eficaces que combatan este nuevo virus.

En paralelo a este trabajo, sentimos la responsabilidad de colaborar en la reactivación de nuestro país. España necesita a corto y medio plazo apostar por sectores estratégicos y con capacidad tractora para superar la crisis económica, y la industria farmacéutica es uno de ellos, vinculado a la innovación y líder en inversión en I+D, en producción y exportación de alta tecnología y en empleo de calidad.

Hemos visto de manera clara estos meses la estrecha relación entre salud y economía. No hay economía sin salud, no hay salud sin medicamentos, y no hay medicamentos sin investigación. Tenemos que impulsar la investigación en España, y tenemos que verlo en términos de oportunidad. Nuestro país parte de una situación de privilegio en el terreno de la investigación y desarrollo en biomedicina, en especial en la investigación clínica y merced a la estrecha cooperación entre el sistema sanitario y sus profesionales, los pacientes y la industria farmacéutica. Somos un referente en Europa. También la pandemia lo ha constatado: somos el primer país de Europa y el cuarto del mundo en número de ensayos clínicos de medicamentos contra el coronavirus. Más allá de la Covid-19, para muchas compañías farmacéuticas internacionales España es el segundo país en número de ensayos, solo por detrás de Estados Unidos. Con estos cimientos y con una buena estrategia de país, a medio plazo tenemos la ocasión de pasar de referencia internacional al liderazgo en la I+D de nuevos fármacos.

Es importante para el sector farmacéutico, pero, sobre todo, lo que es relevante son las ventajas para la economía del país. Hablamos de poder atraer inversiones de una buena parte de los 150.000 millones de euros anuales que la industria farmacéutica invierte en I+D en todo el mundo. Se trata de inversión directa en nuestros centros sanitarios, pero la investigación implica más. Implica que nuestros profesionales sanitarios estén en vanguardia científica, lo que aplican a su labor asistencial y revierte en calidad, y también que nuestros pacientes puedan participar en ensayos clínicos, lo que en caso de enfermedades graves puede ser la última oportunidad de curación.

Por todo ello, muchos países están compitiendo por atraer esa inversión. España está en una situación de privilegio y tenemos que aprovecharla. Sin medicamento no hay salud, y no hay medicamento sin investigación. Apostemos. No puede faltar agua en el grifo.