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Daniel Mayor

Asesor patrimonial

En el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh) celebrado en octubre de 2022 el liderazgo chino anunció que habían “ganado la mayor batalla contra la pobreza en la historia de la humanidad” y que “tratan de construir una sociedad modestamente acomodada en todos los aspectos”. Hay que reconocer que en buena medida el PCCh lo ha logrado ya que el ascenso de China es el gran hecho económico y político de nuestra generación, por delante de la caída del Muro de Berlín y la desintegración del bloque soviético. En 1949, China era un remanso empobrecido con un gobierno revolucionario. Hoy, gracias a la revolución industrial más grande y rápida de la historia en cuatro décadas ha logrado alcanzar un nivel de desarrollo económico y tecnológico suficiente, ha sido el principal beneficiado de la globalización y cada vez depende menos de los mercados y tecnología de occidente. 

Amenazas para el crecimiento de la economía china

Pero los dirigentes chinos son conscientes de que no disponen de mucho tiempo, puesto que el crecimiento “fácil” ha terminado y las necesidades de una economía madura ocupan un lugar destacado en la agenda de sus líderes. Su principal problema es el perfil demográfico de China que hoy no es tan geriátrico como el de Japón, pero va camino de convertirse en el país del sol naciente, pero con esteroides, acelerado por la política de un solo hijo que estuvo vigente hasta 2015. Además, desde 2017 la percepción que se tenía de China en Estados Unidos cambió; se  inauguró una política de estado de mayor confrontación, una etapa de más proteccionismo y antiglobalización. Y por otra parte, la pandemia del Covid-19 provocó que muchas empresas pusieran en marcha planes para acercar sus cadenas de suministro, convenciendo a las autoridades chinas de que hay que volverse más autosuficiente.

Medidas de impulso del gobierno chino

Las autoridades chinas están comprometidas a cambiar las bases de su crecimiento e impulsar el gasto de los consumidores pasando de una economía manufacturera y exportadora a una donde la demanda interna aumente su aportación al crecimiento. Se trata de una prioridad económica en el plan quinquenal hasta 2025, pero ya en 2020 se puso en marcha el plan doble circulación o circulación dual que consiste en hacer crecer la clase media china para aumentar el consumo interno, con menos peso del sector industrial y menos dependiente de sus exportaciones y manufacturas. Se acabó el crecimiento basado en incorporar más horas trabajadas, las grandes obras públicas, el excesivo peso del sector inmobiliario o expansiones monetarias y fiscales. La tarea no es fácil: hoy en día el consumo interno apenas alcanza el 54% del PIB según el Banco Mundial cuando en las economías desarrolladas oscila entre el 70% y el 80%.

Como muchos regímenes autoritarios la supervivencia del régimen chino depende de alcanzar un bienestar económico suficiente que justifique la falta de libertades, por eso para las autoridades es tan importante que China siga creciendo. Pero se enfrenta a un techo de cristal que es la trampa de la renta media. Este fenómeno se da en los países con ingresos medios que no son capaces de elevar su producción y convertirse en economías con ingresos altos. Suelen ser economías con un alto peso en industria, con productos de valor añadido medio que compiten en eficiencia, pero también en costes. Para evitar esta trampa China quiere aumentar su consumo y apostar por la ciencia y la tecnología, y si se consigue la ambición de los dirigentes chinos se verá cumplida al volverse autosuficiente ayudado por un mercado interior de 1.400 millones de habitantes que pretende preservar en exclusiva.

China ha representado aproximadamente el 20% del crecimiento mundial durante las últimas décadas, siendo la segunda economía del mundo en PIB a precios corrientes sólo por detrás de Estados Unidos. Pero pese a que su PIB per cápita es entre cinco y seis veces inferior al de éste, consume más que Estados Unidos en un buen número de materias primas, fuentes de energía, productos alimenticios e incluso bienes de consumo. Con las políticas implantadas los hogares chinos deberían tener cada vez mayores ingresos durante las próximas décadas acercándose a los niveles occidentales en ingresos y consumo sometiendo a más presión los precios de las materias primas a nivel mundial.