tomás coster

Thomas Costerg

Economista de Pictet WM

El último informe de empleo en EEUU de agosto confirma que la economía sigue fuerte, relativamente aislada de las turbulencias del crecimiento mundial y poco afectada por las tensiones de comercio internacional.

Efectivamente, la encuesta ISM manufacturera ha llegado a aumentar a su nivel más alto desde 2004. Además en agosto han aumentado las nóminas en 201.000 –185.000 de promedio los últimos tres meses–. La tasa de desempleo sigue en 3,9 %, justo por debajo del umbral psicológico del 4 % y otro elemento destacado es el notable salto en el promedio de ganancias salariales por hora, el doble de lo esperado, 2,9 % más en un año y máximos desde mediados de 2009, aunque no uniformemente por sectores –de manera que es previsible que siga aumentando gradualmente los próximos meses–.

Estos avances, a pesar de la amenaza de tensiones comerciales, probablemente alienten a la reserva Federal a seguir en piloto automático con un aumento de tipos de interés por trimestre. En concreto seguimos viendo dos aumentos este año y dos en 2019. Es probable que la reserva Federal en su próxima previsión todavía muestre cuatro subidas este año y tres el próximo, más de lo que el mercado descuenta.

Hay que tener en cuenta que las señales del ciclo económico en EEUU siguen siendo ampliamente positivas y el riesgo de ralentización macroeconómica bajo. La reducción fiscal de diciembre ha proporcionado apoyo, si bien no es la única causa. Según la reserva Federal la generación de caja empresarial aumentó en tasa interanual 14,6 % el primer trimestre, superando el 4,7 % de crecimiento del PIB nominal (incluyendo inflación). Los sectores cíclicos como construcción y fabricación continúan haciéndolo bien. Además, la fuerte demanda de trabajadores temporales es buena noticia para la continuidad de la expansión. Por otra parte, el aumento del riesgo de desaceleración por aumentos salariales tiende históricamente a obstaculizar las expansiones en EEUU y la baja tasa de desempleo es un factor a vigilar. Sin embargo la mayoría de indicadores relacionados con el ciclo continúan en verde, a pesar de lo que ya dura el ciclo. Pero no creemos que el mercado de trabajo esté en riesgo de «sobrecalentamiento» inminente, pues hay superávit de trabajadores que no están en las estadísticas de empleo, 674.000 personas, por encima de la media anterior a la crisis, que pueden ser absorbidas de nuevo por el mercado laboral. Incluso la tasa de hombres entre 25 y 54 fuera del mercado de trabajo permanece en niveles anormalmente elevados en comparación con el período anterior a la crisis.

Otro de los elementos de fragilidad  que pueden acabar con el ciclo económico actual es una reducción de los márgenes empresariales, pero por el momento no hay signo de ello. De hecho en EEUU los beneficios empresariales siguen fuertes. Además el coste de los préstamos sigue bajo, pues pesar de que la reserva Federal ha estado subiendo tipos de interés estos siguen en el 2 %.

Incluso puede ocurrir que el aumento de tensiones comerciales entre EEUU y China llegue a generar mayor estímulo de política económica en ambos países. El gran riesgo es la tensión geopolítica, pues no sabemos lo que Trump quiere conseguir. Puede querer reducir el déficit comercial, pero para ello el aumento de aranceles no es la mejor solución. Incluso ha llegado a decir que los aranceles pueden facilitar a reducir la deuda del Estado al recaudar más impuestos.  También puede que sea un intento de atacar el proyecto “Made in China 2025” de planificación industrial, que el gobierno chino quiere favorecer la próxima década en las industrias de aeroespacial, tecnología de la información y comunicación, robótica y maquinaria.  En este sentido, aunque es probable que China se comprometa a estándares más altos de protección de la propiedad intelectual, no creemos que renuncie a sus políticas industriales y ambiciones tecnológicas.

Así que las tensiones pueden durar mucho más  que si sólo se tratase de una disputa comercial, pues la supremacía tecnológica es parte de una competencia mucho más amplia por el liderazgo mundial de las próximas décadas.

Efectivamente, tal vez el principal cambio de régimen de la presidencia de Trump sea de política comercial, más que fiscal. Hay que tener en cuenta que con la II Guerra Mundial, la tendencia, más acentuada desde el final de la Guerra Fría, ha sido una marcada reducción de la protección frente a las importaciones. De hecho, según el Banco Mundial, el arancel promedio en EEUU es muy bajo, 1,7 % actualmente –4 % en la década de 1990–. Incluso los teléfonos móviles de Asia, por ejemplo, carecen de arancel. En concreto estimamos que la imposición de aranceles a las importaciones administración Trump forman parte de una técnica inspirada en el libro “El arte de la negociación” del presidente, quien se guía por la necesidad de éxitos políticos simbólicos, al menos hasta las elecciones de mitad de mandato de este noviembre. De hecho el peor escenario, una auténtica guerra comercial, puede evitarse por resistencia de los grupos de presión empresariales de EEUU, golpeados por las represalias chinas, su Congreso –muchos miembros creen que los aranceles están escapándose de las manos– y el mercado bursátil. El caso es que hay que encontrar una solución en que Trump pueda decir que ha ganado con sus políticas populares. Mientras la activación de nuevos aranceles a productos chinos podría elevar el valor de los gravámenes a más de 505.000 millones de dólares que el país importó de China en 2017, según la Oficina del Censo de EEUU.

Ahora bien, aunque los aranceles pueden aumentar los costes para las empresas de EEUU y algunas cadenas de suministro verse afectadas, de momento el efecto macroeconómico directo es limitado. Ello es atribuible entre otras cosas a que EEUU tiene una economía relativamente cerrada, con gran mercado interior, pues su comercio internacional (importaciones más exportaciones) representa solo 28 % de su PIB. Incluso algunos de sus sectores expuestos a flujos comerciales internacionales pueden soportar los aranceles sin que se extienda al resto de su economía.

El caso es que de momento las señales de recesión en EEUU siguen siendo relativamente escasas. Además, aunque la reserva Federal está subiendo los tipos de interés, lo hace a ritmo gradual, que esperamos mantenga. En el anterior ciclo de expansión los tipos de interés en EEUU alcanzaron 5,25 %, pero ahora apenas 2 %, así que siguen bajos.
De todas formas ahora es más difícil encontrar catalizadores de crecimiento y hay que estar atentos al final del ciclo, cuando la economía es más sensible a los shocks. El dólar alcista ya ha provocado turbulencias en los mercados emergentes, lo que puede permanecer los próximos meses. Ya entrados en 2019 algunos de los efectos del recorte de impuestos pueden empezar a desvanecerse. Aunque no esperamos un fin inminente del ciclo en EEUU el momento puede deteriorarse desde lo que hemos llegado a ver este año.