José López-Tafall

José López-Tafall

Director General de ANFAC

La industria de la automoción ha atravesado en 2021 uno de los años más retadores de su historia, inesperado porque aspirábamos a alcanzar la recuperación tras la pandemia del Covid19 y ha terminado siendo aún más complicado que el anterior. La escasez de microchips, que ha recortado la oferta, sumada a la crisis económica, que ha contraído la demanda, han provocado una parálisis del mercado en el año, muy lejos de las cifras prepandemia.

También la producción ha sufrido. La falta de semiconductores y la crisis económica ha provocado una caída de la fabricación del 7,5 % en comparación con 2020, uno de los datos más bajos desde la crisis de 2012. La previsión es que no recuperaremos cifras previas a la pandemia al menos hasta 2023.

Pero 2021 también ha mostrado la parte más resiliente de la industria automovilística, inmersa no solo en alcanzar la recuperación sino en su transformación hacia la nueva movilidad sostenible, digitalizada y con las nuevas demandas de los ciudadanos en el centro. Esta es nuestra Hoja de Ruta, plasmada en el plan AUTO 2020- 40, que no abandonamos pese a las dificultades. Al contrario, estamos redoblando esfuerzos y lanzando cada vez más modelos al mercado.

Nuestro compromiso con la descarbonización es clave y nuestra innovación está en esa senda. Pero para conseguirlo no es suficiente con que el sector haga su parte. Es necesario trabajar también en dos ejes fundamentales: la renovación del parque y el impulso de la electrificación. Sin facilitar la renovación del parque no se alcanzarán los objetivos de reducción de emisiones y de mejora de la calidad del aire. Los vehículos nuevos emiten un 30 % menos de CO2 y un 80 % menos de NOx que un vehículo de más de 15 años. Sin embargo, el parque de turismos que circulan en España ha aumentado de nuevo en antigüedad. Necesitamos sacar a estos vehículos del mercado y sustituirlos, y eso exige medidas que, al menos, no penalicen la renovación, como sucede hora con la fiscalidad.

Por otra parte, la recarga eléctrica sigue siendo una asignatura pendiente. En España nos estamos retrasando en el desarrollo hacia la electromovilidad, tal y como señalaba nuestro último Barómetro de Electromovilidad que valora la penetración de vehículos electrificados y la instalación de infraestructuras de recarga de acceso público. En concreto, España ha crecido apenas dos puntos su valoración en el indicador global, alcanzando una puntuación total de 25,1 puntos sobre 100, en comparación a la media europea, que ha logrado crecer en más de seis puntos, alcanzando un total de 58 sobre 100. Nuestro diferencial con respecto a la penetración de la electromovilidad en países de nuestro entorno como son Francia, Italia o Alemania se está agrandando y necesitamos incrementar el ritmo.

Hay que acelerar el despliegue de infraestructuras de recarga eléctrica y recuperar el retraso respecto de la UE. España dispone, escasamente, de 12.700 puntos de recarga en 2021 y si queremos alcanzar el objetivo de 5 millones de vehículos electrificados en 2030, tal y como marca el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, necesitamos multiplicar por 30 la infraestructura para cumplir con los objetivos marcados. Y, en este escenario, la Comisión Europea propone acelerar aún más los objetivos para el sector a 2030 y 2035: si ese  fuera el caso la necesidad de nuevas medidas se multiplicaría. En ANFAC, ya hemos propuesto 16 medidas para eliminar las barreras burocráticas y administrativas para la instalación de puntos de recarga, así como un mapa objetivo de distribución de estos puntos de acceso público en vías urbanas e interurbanas, así como la fijación de objetivos vinculantes. Querer más exigirá más.

Finalmente, la transformación del sector requerirá de un gran compromiso de administración y sociedad que le permita continuar afianzando su peso en el PIB e impulsando a futuro su desarrollo. Debemos recordar que nuestro país siempre ha tenido en la industria de la automoción un motor económico y social, que representa el 11 % del PIB y genera el 9 % del empleo sobre la población activa. Además, somos el segundo mayor fabricante de Europa y el octavo del mundo, por lo que si queremos avanzar hacia la nueva movilidad el resto de la sociedad debe acompañar nuestro esfuerzo. España ha de encontrar su propia ruta de descarbonización en la que los empleos y el nivel de vida de los españoles se vean garantizados.

2022: el momento de afianzar el cambio

2022 es el momento de examinar si estamos poniendo todas las herramientas para conseguir nuestros objetivos de descarbonización, y si son todo lo eficaces que deberían. Viviremos una coyuntura difícil aún, puesto que la crisis de los microchips seguirá haciendo mella en la producción y en la disponibilidad de vehículos. La demanda seguirá comprometida por la crisis económica derivada de la pandemia y por la incertidumbre sobre la recuperación. En este entorno, la transformación seguirá imparable y tenemos una oportunidad. Los fondos europeos, que en España se están visibilizando como PERTE para el vehículo eléctrico y conectado, tienen que servir para acelerar la transformación de la industria e impulsar de manera decidida la electrificación especialmente para los puntos de recarga. Los vehículos van a estar en el mercado, se va a incrementar la oferta pero la recuperación ha de venir ya orientada a fortalecer el mercado de electrificados. Así, tendremos más oportunidades de adjudicación de vehículos de esta nueva movilidad para las fábricas.

Somos un referente y aspiramos a serlo en la nueva movilidad. Para ello, hay que dar un mensaje de fuerza y compromiso a los centros de decisión en el extranjero. Y el PERTE aprobado por el Gobierno es una oportunidad para asegurar esa confianza. Celebramos que se haya aprobado sus bases pero no se debe demorar más una puesta en marcha que ha de ser ágil, sencilla e inmediata. Tenemos a nuestro alcance 4.295 millones de euros de inversión pública que han de servir de palanca para impulsar los proyectos vinculados la electromovilidad, el desarrollo de infraestructuras de recarga y la transformación industrial. Que España se convierta en un hub de electromovilidad depende de la agilidad y eficacia en su puesta en marcha.

La automoción ha demostrado su potencia durante más de 30 años, ahora consolidemos un nuevo reto y abordemos esta transformación de la manera ejemplar que nos ha convertido en el segundo mayor productor europeo y octavo mundial. Hagamos de esta oportunidad una realidad para España.