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Ángel Barbero Paniagua

Director General de Secture y profesor del EAE Business School

El lunes 13 de marzo vivimos un susto en los mercados financieros que no se producía desde el año 2008 con la caída de Lehman Brothers. El Silicon Valley Bank (SVB) fue intervenido por la Reserva Federal de EEUU, mediante un mecanismo similar al del Fondo de Garantía de Depósitos. De esta manera buscaba proteger los activos de los clientes de este banco, que había visto cómo en lo últimos días un gran número de ellos solicitaba retirarlos ante las preocupantes noticias sobre su solvencia, lo que hiz que el banco corriera el riesgo de no poder responder a la súbita demanda de liquidez. El SVB no es considerado un banco sistémico ni siquiera en EEUU y las autoridades han actuado rápido, por lo que se ha evitado un contagio global.

 

Sobre los detalles técnicos de lo ocurrido y los errores cometidos por muchas de las partes involucradas en esta situación, basta decir que incluso ChatGPT, que sólo tiene datos hasta 2021 del banco, indica de manera sencilla las posibles causas de una bancarrota de SVB. Un breve análisis del proceso vivido en los últimos meses permite entender mejor por qué se ha llegado a esta situación.

 

A medida que las aguas se calman, sin embargo, es más importante hacer un análisis del impacto que esta situación puede tener en el ecosistema emprendedor de EEUU y, por extensión, del global, sobre todo de aquellos países que miran al hermano estadounidense con envidia y admiración.

 

El SVB tiene como clientes a las mayores startups del mundo. Algunos números llegan a hablar de que este banco custodiaba hasta el 50% del capital invertido en EEUU en los últimos años. En muchos casos incluso incorporándose como un socio más, actuando de Venture Capital. No siendo un banco sistémico en el ecosistema financiero, sí se puede considerar sin embargo un banco estructural en el ecosistema emprendedor. Esta situación por tanto va a acarrear probablemente importantes consecuencias que van a afectar tanto a inversores como a los emprendedores y startups.

 

Dado que buena parte del problema es el modelo de funcionamiento del SVB como banco custodio de la liquidez de startups fuertemente invertidas, todo apunta a que los venture capital, fondos y startups cuidarán y rediseñarán los modelos de gestión de la liquidez de las startups que acumulan series de inversión. Esto incluirá, como es lógico, cómo se estructurarán las propias rondas de inversión.

 

Cabe pensar por tanto que es muy posible que las inversiones se ralenticen y los modelos de aplicación de esas inversiones intenten evitar la acumulación de liquidez concentrada en un  único punto. También podría afectar al volumen de esas inversiones e, incluso, al papel que las administraciones públicas tienen en ellas.

 

Las empresas afectadas por la intervención podrían tener dificultades para acceder a la liquidez que sus planes actuales de crecimiento requieren a corto plazo, así que no se puede descartar que alguna de ellas revise en el futuro sus objetivos e intente utilizar la situación como justificante para un recorte en los mismos.

 

Hasta ahora todo esto será relevante sobre todo en EEUU, pero hemos de confiar que tendrá un efecto menos importante en España y Europa en general. Es probable que veamos un reflejo de esa ralentización potencial en las inversiones locales, casi como un efecto de reflejo, pero puede a la vez suponer una ventaja para nuestro ecosistema de startups, que tiene menos exposición al SVB y a los VC afectados. Más allá del Reino Unido, donde SVB tenía una filial y mantenía una actividad similar, los vínculos con el SVB no están tan enraizados en nuestro ecosistema. Aunque muchas startups y VCs europeos ya han anticipado un impacto por sus vínculos con el SVB, debemos confiar en que lejos de suponer un frenazo podamos aprender de la situación y reforzar un ecosistema que es cada vez más crítico para el futuro de nuestro país y de la Unión Europea.