José Antonio Marta, CEO de Splacing

José Antonio Marta

CEO de Splacing

Está claro que gobernar un país no es tarea fácil, que trabajar con los mejores profesionales no resulta fácil de retener, que mantener un presupuesto a principios de año y cumplirlo cada vez es más complejo por las incertidumbres, y que acertar las decisiones importantes en los momentos difíciles requiere de experiencia, información, conocimiento y a veces incluso algo de suerte.

Esto podría ser el inicio de cualquier discurso de cualquier expolítico (o incluso político) donde comienza explicando lo complicado que es casi siempre gestionar aspectos de la vida política, social o sobre todo económica. Y es en la parte económica donde me gustaría profundizar porque como CEO de una startup que además su actividad tiene una gran vinculación al mundo “off” (es decir aquellas actividades que requieren de estar “on site” como dirían nuestros amigos anglófonos), los aspectos económicos resultan de vital importancia en estos días de confinamiento.

Desde el gobierno central se están lanzando toda una serie de acciones que no considero que tengan en cuenta la realidad de las empresas; empresas que aunque a veces cueste admitir realizan una gran “labor social”, como es la creación de puestos de trabajo (en el caso de las startups de bastante valor añadido por la propia actividad), que a su vez tributan por sus ganancias y por sus empleados, y que desde hace tiempo, todas estas cargas han ido en aumento y por tanto imponiendo mayor presión fiscal/laboral a nuestras compañías.

Cuando hablaba de realidad de las empresas hago referencia tanto a empresas de nueva creación, de mayor volumen o incluso compañías consolidadas, porque mientras que el Gobierno se está centrando en financiación, demora de pagos, aplazamientos sin intereses, o despidos temporales, las empresas hablamos de aquellos pagos mensuales, a corto, que hacen viable y sobre todo sostenible el “Business”.  

Suena muy bien el discurso de financiar, pero no encaja cuando las empresas no queremos endeudarnos porque al final esta deuda se tiene que pagar y por experiencia (ya pasé los 30 años hace algunos días) avales y garantías suelen ser palabras que siempre suelen ir de la mano.

Ante una demanda “cero” o “cero” ingresos se tiene que mantener las obligaciones de pagar impuestos que en muchos casos (pienso en estos momentos en el sector construcción) ni tan siquiera se han cobrado. El fin de semana hablaba con un empresario que ya predecía la nueva oleada de demoras de pago por parte de constructoras o incluso clientes finales, derivado por la situación. Resulta fácil e incluso diría que sale “barato” el no pagar o alargar los pagos porque en muchos casos la administración es la primera que todavía tiene que saldar cuentas con sus proveedores y no lo ha realizado.

En la parte laboral, estoy totalmente de acuerdo en dos cosas: el personal es uno de los activos más importantes de las compañías y especialmente en nuestro sector tecnológico y en segundo lugar, hay que salvaguardar y velar por aquellas personas o perfiles más desfavorecidos, pero intentando también no olvidar a nuestras compañías. Todas estas acciones a corto que se están llevando tienen una letra pequeña que no favorece en ningún momento a las empresas y siempre al trabajador. Si una empresa toma la decisión de realizar un despido en cualquiera de sus formatos debería ser libre (sin letra pequeña) puesto que ella misma tendrá que regular esta entrada de capital humano si quiere continuar con su actividad en las siguientes semanas o meses. 
No deben nuestros políticos cargar en la espalda de las empresas esta obligación puesto que ellas toman sus propias decisiones. Sí que debería ser obligatorio justificar y tener mecanismos de control exhaustivos sobre cualquiera de estos despidos para que realmente no formen parte de nuestra picaresca nacional.

Respecto a algunas decisiones de las últimas horas del gobierno como ha sido “el plan de avales de Sánchez“ a muchos nos recuerda el famoso plan “E” de la época Zapatero, donde realmente no tuvo los resultados previstos y el consumo de recursos fue muy elevado; ahora nos encontramos con otro plan con garantías del estado y filtrado nuevamente por la banca, pero esta vez el empresariado tiene claro que no quiere mayor deuda en sus balances y por tanto aparecen dudas de su utilidad. En cuanto a la posibilidad de exonerar algunos tributos u obligaciones también ha habido un portazo estatal anulando cualquier moratoria fiscal. Como he comentado en líneas anteriores lo importante es asumir gastos y costes mensuales de nuestras empresas, no invitarlas a un endeudamiento o bien permitir una refinanciación suave para paliar parte de los pagos de toda esta carga fiscal. Por otro lado, en todos estos aspectos no se está teniendo en cuenta Patronales ni asociaciones empresariales y por tanto el malestar de los empresarios seguirá creciendo a medidas que se apliquen todas estas acciones.

En resumen, creo que estamos ante una situación de alta incertidumbre, donde realmente nadie es capaz de lanzar unas previsiones a corto plazo, pero donde las empresas seguimos teniendo unas obligaciones excesivamente rígidas de cumplir y que nuestro gobierno no está flexibilizando. Esto puede ser bien por falta de entendimiento, bien por temor a las decisiones que tomen las empresas y su implicación en el medio plazo, o simplemente por desconocimiento y desborde de un día a día donde la salud de muchos de nosotros está en juego.

Las empresas tenemos mayoría de edad y por tanto nos deberían dejar tomar nuestras propias decisiones.