Guillermo Llibre

Guillermo Llibre

CEO de Housell

El sector inmobiliario lleva en activo muchos años, siempre ha funcionado bien, el servicio que presta es adecuado y todo el mundo, en periodos de tiempo más o menos largos, termina vendiendo su casa. Sin embargo, hasta hace relativamente poco, las estructuras que sustentaban el mercado de la vivienda en nuestro país estaban basadas en un sistema arcaico, chapado a la antigua y no estaban al nivel que la tecnología exige a día de hoy. Los procesos de venta seguían los pasos de toda la vida, hasta que la revolución digital se impuso, y comenzó a exigir la adaptación tecnológica de todos los sectores. Según el estudio de Consumo Móvil en España elaborado por Deloitte, un 73 % de los usuarios utiliza su teléfono para buscar productos y servicios deseados; un 56 % realiza compras y un 40 % contrata servicios a través de su smartphone. Nuestros móviles y tablets empezaron a ser fieles compañeros de vida, y las compañías -si querían llegar a las personas- tuvieron que adaptarse a ello. La digitalización comenzó con el sector de los transportes, el delivery, y fue extendiéndose a otros mercados. Llegados a este punto, ¿por qué si hoy es posible coger un taxi a golpe de clic, no lo iba a ser también vender una vivienda? Nos encontramos en el punto de inflexión del sector inmobiliario. Hasta hace relativamente poco, el control del mercado de la vivienda estaba en manos de unos pocos, y las altas comisiones eran el motivo – o la excusa- de los vendedores para subir los precios de sus inmuebles. Pero con la llegada de Internet y el vertiginoso crecimiento de la tecnología, las reglas del juego han cambiado.  

Existen en la actualidad más de 236 startups tecnológicas en el sector inmobiliario. De estas, el 39 % se fundaron entre 2017 y 2018, y el 54 % entre 2015 y 2016, según datos de Finnovating, y parece que la cifra va en aumento. Lo tradicional y lo nuevo conviven en un mundo que evoluciona rápidamente y el usuario es el principal beneficiario. Las proptech, compañías que utilizan la tecnología para penetrar en el sector inmobiliario, han aterrizado para quedarse. Es su enfoque tecnológico y digital – impensable en este mercado hace cincuenta años- lo que las convierte en importantes protagonistas. La tecnología nos hace la vida más fácil y gracias a la digitalización del sector, cualquier persona interesada en vender su casa puede hacerlo por sólo 945 euros al mes, de manera sencilla, con total control del proceso y manteniendo el contacto directo con sus potenciales compradores. Sin barreras, sin trampas, sin comisiones y con total transparencia. Suena bien, ¿no? El tiempo de venta de una vivienda ha oscilado históricamente entre los tres meses en Madrid y los quince en otras ciudades españolas, según un informe de Tinsa. Sin embargo, gracias a la tecnología, el plazo medio de venta de la vivienda se ha reducido hasta los 43 días en Madrid, y a dos meses en grandes ciudades españolas como Barcelona o Sevilla.  

Todo ello es posible de una manera sencilla y transparente, y con asesoramiento completo por parte de profesionales. De este modo, ¿por qué elegir pagar altas comisiones que obligan a subir el precio de tu vivienda y retrasan el tiempo de venta? 

Con motivo de la llamada property chain, es decir, la venta de una vivienda para comprar otra, mucha gente busca vender a precio de mercado, para que la transacción se haga lo más rápido posible. Esta “urgencia” por vender, hace que los precios de dichas viviendas no se inflen, lo que repercute de manera positiva en la lucha contra la especulación. 

Esta “urgencia” por vender, hace que los precios de dichas viviendas no se inflen, lo que repercute de manera positiva en la lucha contra la especulación. 

Existe, además, una alternativa tecnológica a las agencias tradicionales que acaba con las comisiones, y, en consecuencia, también permite poner fin a la especulación. La comodidad y ventajas que supone vender una casa desde el teléfono o tablet en menos de 60 días, con control y asesoramiento 24 horas al día 7 días a la semana, se ha convertido en una amenaza para el modelo tradicional. La tecnología nació con el objetivo de acercarnos servicios y hacernos la vida más fácil en todos los sentidos. Algo que empieza a aplicarse también al sector de la vivienda.    Poniendo la vista en el futuro, la tecnología avanza cada día, y en este sector, las alternativas tradicionales se adaptarán, o se quedarán en el camino. Es probable que, en los próximos cinco años, el 90% de los nuevos players proptech hayan desaparecido o se hayan fusionado. Los que queden, los más fuertes, se acabarán alzando con cuotas del 10 % de mercado, compitiendo mano a mano con las grandes del sector tradicional (que también se habrán reinventando y adaptado). 

Lo que hoy podemos afirmar es que la revolución digital ha llegado al sector inmobiliario para quedarse, y gracias a la tecnología proptech: empresas nativas digitales adaptadas a esta era tecnológica. Lo que queda por llegar está aún por ver, pero de momento: ¡bienvenidos a la revolución!