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Ruth Pavón del Valle

Directora general de Levin Institutional Health Affairs

La irrupción de la pandemia ha convulsionado toda nuestra estructura socio-sanitaria, política y económica. Todo se ha visto sometido a una traumática reacción en cadena, en la mayoría de los casos en forma dolorosa y violenta, como si se tratara de la reacción de la propia vacuna inoculada y en la que la respuesta de nuestro sistema inmunológico sería la consolidación de la colaboración público-privada, si consideramos el símil establecido.

Las administraciones, tanto públicas como privadas, las empresas, grandes y pequeñas, los recursos, tanto activos como financieros, han sufrido y siguen soportando una tremenda transformación. Sin embargo, desde el primer día, la crisis socio-sanitaria ha visibilizado una colaboración público-privada ya existente y que ha sido indispensable para salir de la pandemia, encontrando con rapidez soluciones a la misma en forma de vacunas, de tratamientos y de test diagnósticos.

La búsqueda de soluciones contra la COVID-19 nos ha mostrado en vivo la importancia del conocimiento científico, de la investigación y de sectores clave como la industria farmacéutica. Y esto mismo ha mostrado su relevancia como palanca de cambio para la reactivación económica y del Sistema Nacional de Salud (SNS), gravemente deteriorado tras la pandemia y que ha sido esencial para mantener la atención a los usuarios, incluso para la toma de decisiones políticas.

¿Valoraremos las lecciones aprendidas en los momentos de emergencia sanitaria y así consolidar la colaboración público-privada? 

Es claro que la pandemia, pese a lo convulso de la situación, ha abierto un escenario de oportunidades para las relaciones institucionales y los asuntos públicos. Desde nuestra experiencia, nuestra profesionalidad, y también nuestra preocupación, nos ha llevado efectivamente a elaborar un mapa de ruta claro y conciso, en el que los distintos agentes que intervienen en nuestro ecosistema sanitario, con quienes principalmente trabajamos, encuentren el modo, a través nuestro u otro tipo de facilitadores, de coordinar los esfuerzos para lograr una mayor eficacia, y un beneficio común.

En nuestra hoja de ruta, y como primer punto prioritario, la colaboración público-privada sustenta el motor de búsqueda para las soluciones de las complejidades derivadas de la crisis socio-sanitaria. Así, actualmente la urgencia y los retos pasan por la mejora de la atención sanitaria, retomando la atención y seguimiento a patologías no-covid, como el cáncer o las enfermedades raras, el plan de acción para Atención Primaria y la reducción de las listas de espera.

El segundo punto de nuestro mapa tiene que ver con la economía sostenible y la apertura de miras. No solo de virus muere el hombre. Existen infinitas posibilidades de relación exitosa entre lo que a la empresa le interesa y lo que le interesa al Estado, solo es cuestión de explotarlas, buen talante, y mirar al otro con respeto y consideración. 

Somos aliados, no adversarios. Y sino, remitámonos al punto uno.