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Miguel Morales Moya

Profesor de EAE Business School

En las últimas semanas se ha puesto en foco la existencia de un yacimiento de litio en la sierra de Valdeflores, a 2km del casco histórico de Cáceres, al autorizar la Junta de Extremadura la exploración para la construcción de una mina soterrada. Este proyecto nace una vez que la presión social frenó el intento de puesta en marcha de un modelo de explotación a cielo abierto allá por el 2019. Una vez más se ha puesto en valor el conflicto entre la producción de riqueza y la generación de externalidades en forma de alteración de un capital natural.

En un mundo preocupado por la subida de precios de las fuentes primarias de energía tradicionales y con una Europa en fuerte empeño en el proceso descarbonizador de la economía, el almacenamiento de energía se torna en un aspecto crítico para permitir el incremento de peso en la producción de energía utilizable a partir de fuentes renovables. Las necesidades de movilidad de personas y mercancías exigen formas de almacenamiento de energía de bajo peso y alta densidad energética.

El Litio, ha tomado un gran protagonismo en los últimos años debido a que tiene una gran capacidad para el almacenamiento de energía, es lo que se dice un elemento con gran densidad energética, capaz de almacenar gran cantidad de energía por unidad de masa, por esto, desde la última década del siglo pasado se han popularizado las baterías basadas iones de litio en multitud de dispositivos portátiles como cámaras de video, teléfonos móviles y actualmente son la opción en vehículos eléctricos e híbridos.

Las baterías de litio muestran unas características que las hacen adecuadas para estos usos, ya que demuestran un coste de operación reducido, el coste del Kwh
hora almacenada ha pasado de 1200 $/Kwh en 2010 a unos 132 $/Kwh en 2021 según un informe sobre el futuro del almacenamiento de energía del MIT.

La demanda mundial en 2021 ha sido de 465 miles de toneladas (Carbonato de litio equivalente), se estima un incremento de demanda de más del 100% para 2025 superando los 2 millones de toneladas en 2030 básicamente empujada por la fabricación de baterías.

Actualmente el 80% de la demanda de Litio es debida a la fabricación de baterías (datos 2022 del US Geological Survey) es por esto por lo que los principales países consumidores de litio son China, Corea y Japón, que absorben alrededor del 80% de la demanda mundial y que es utilizada para la producción de baterías. Se espera que la demanda de litio para baterías se multiplique por dos de aquí al 2030 

Los principales productores actualmente son Australia y Chile que aglutinarían el 77% de la producción, Portugal sería el principal productor europeo con 600 toneladas en 2022 (esto supone una cantidad pequeña respecto a por ejemplo las 61.000 toneladas de Australia o las 39.000 de Chile).

La extracción de Litio, supone un conste medioambiental alto, según datos de statista que cita a BBC y a Minrivo, la extracción de una Tonelada de Litio supone la emisión de entre 15.000 kilogramos de CO2, utiliza entre 170 y 469 m3 de agua y una utilización de tierra de entre 400 y 3000 m2. Esto implica en cualquier caso una importante huella medioambiental.

Nuevamente dilemas: calentamiento global o externalidad local ¿sabremos encontrar el equilibrio? Confiemos en la tecnología. ¿Estamos ante un reto oportunista o ante una oportunidad de conseguir aumentar nuestra productividad mediante la generación de productos de alto valor añadido?  El Valor añadido no está en la extracción está en el producto final y en la tecnología que incorpora, ahí también hay que invertir.