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Katharina Seiler

Portfolio manager para DWS

La desigualdad de género sigue siendo un problema en todo el mundo que, además, presenta numerosos desafíos. Uno de ellas es el de acabar con la discriminación económica y profesional de la mujer. Un cálculo de las Naciones Unidas muestra que se tardarían casi 300 años en lograr la plena igualdad de género en todo el mundo al ritmo actual de progreso. En el ámbito financiero, destaca la brecha en los niveles de renta y riqueza aún muy diferentes entre hombres y mujeres. En Alemania, por ejemplo, las mujeres ganan de media un 18% menos que los hombres y reciben un 53% menos de pensión.

Elevadas brechas en las pensiones y escasa exposición a la renta variable

«A pesar de la elevada brecha de las pensiones, sólo una de cada ocho mujeres participa en el mercado de valores. Eso tiene que cambiar», afirma Katharina Seiler, portfolio manager para DWS. Aunque las desventajas financieras de las mujeres siguen siendo pronunciadas, hay definitivamente rayos de esperanza: según datos de Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, las diferencias de ingresos entre sexos son significativamente menores para los trabajadores jóvenes recién incorporados al mercado laboral que para los que llevan más tiempo en activo. Y también parece haber un cambio de mentalidad en cuanto a la inversión de capital. En 2022, más mujeres (482.000) que hombres (338.000) en Alemania decidieron empezar a invertir regularmente en acciones, informa el Deutsches Aktieninstitut.

Los factores sociales influyen en el éxito empresarial

La igualdad de género también desempeña un papel importante desde el punto de vista de la inversión o de la empresa. «Factores sociales como el trato justo de los empleados, las condiciones laborales flexibles o la diversidad de género determinan cada vez más el éxito empresarial», afirma Seiler. Una mayor diversidad de género en las empresas, evidenciada, por ejemplo, por una proporción de mujeres en puestos directivos superior a la media, tiende a generar una mayor rentabilidad de los fondos propios y una menor volatilidad de los beneficios. La igualdad de género también tendría un efecto extremadamente positivo en las perspectivas de crecimiento mundial: según cálculos del Banco Mundial, el producto nacional bruto per cápita sería casi un 20% mayor.