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Álvaro Santaella

Business Development Director de Alight Solutions

Durante el confinamiento más estricto, más de 3 millones de españoles teletrabajaron de forma habitual. En porcentajes, pasamos de un 4,8% de los ocupados en 2019 a un 16,2%. Esta expansión del trabajo remoto favoreció una cierta deslocalización urbana. Para sobrellevar mejor la situación, un buen número de españoles decidió trasladarse fuera de los núcleos urbanos. 

No se trata de un fenómeno exclusivo de nuestro país, a nivel europeo, el 16% de los participantes en una encuesta de Michael Page cambió su residencia desde el inicio de la pandemia y un 44% tenía previsto hacerlo. ¿Las razones? Mudarse a una casa más grande o con jardín (28%) o estar más cerca de los seres queridos (26%) o de la naturaleza (22%). Aspectos todos ellos difíciles de conseguir en una gran ciudad.

En España hace años que asistimos a la despoblación de las zonas rurales. Es cierto que el teletrabajo total difícilmente se consolidará, pero la digitalización ha eliminado muchas barreras y cada vez serán más las empresas que apuesten por modelos de trabajo híbridos. ¿Será esta la solución al problema de la España Vaciada?

La urbanización, un fenómeno generalizado

En marzo de 2019, miles de personas se manifestaron en Madrid para exigir un pacto de estado que respondiera a la despoblación que estaban sufriendo muchas regiones de nuestro país. En ese momento nacía la España Vaciada. 

Aunque la migración de la población de las regiones rurales a las urbanas es un hecho global conocido como urbanización, nuestro país está muy por encima de la media. Si en todo el mundo, en 2019, el 55,7% de las personas vivían en ciudades, en España este porcentaje ascendía hasta el 81%. 

Y no solo eso, la despoblación es un hecho generalizado en España. Pese a que, entre el año 2000 y el 2019, la población aumentó en cerca de 6 millones de habitantes, el 62,7% de los municipios perdió vecinos. Una tendencia que, en la última década se ha acelerado y el porcentaje ya alcanza al 76,6%. La mayoría son poblaciones de menos de 1.000 habitantes, pero este fenómeno ya alcanza al 70% de las cabeceras, al 63% de las ciudades pequeñas y a más del 50% de las capitales de provincia. 

La digitalización desvincula el trabajo de la ubicación

Las empresas juegan un papel clave a la hora de revertir esta situación. Muchas de ellas ya cuentan con el músculo digital suficiente para ofrecer a los empleados que así lo deseen horarios flexibles o la posibilidad de teletrabajar y, por tanto, una mayor autonomía y libertad a la hora de diseñar su proyecto de vida. Pero otros muchos deben montarse en el carro de la digitalización para adaptarse a la situación cambiante que estamos viviendo.

En pocas palabras, la digitalización de las empresas elimina la presencialidad de la ecuación y abre la puerta a los modelos de trabajo híbrido. Pone a disposición de las organizaciones las herramientas que necesitan – de comunicación, colaboración, ciberseguridad, almacenamiento de datos, gestión de procesos, etc. – para garantizar que las tareas se ejecutan con la misma efectividad independientemente de dónde se encuentre el trabajador. 

Uno de los mayores atractivos que las empresas pueden incluir en sus políticas de trabajo en remoto es, precisamente, facilitar los medios y la tecnología adecuada para poder llevarlo a cabo. En un entorno global como el actual, en el que miembros de un mismo equipo están dispersos en diferentes mercados y continentes, es importante que el reclutamiento se realice en base al conocimiento, la experiencia y las habilidades; no únicamente en la ubicación.

Tal flexibilidad resulta en una mejora significativa de la conciliación laboral y personal, pero, además, cada trabajador puede decidir si quedarse cerca de la oficina o, por el contrario, prefiere trasladarse a otro municipio que le ofrezca más apoyo familiar, unos precios de la vivienda más bajos o una mejor calidad de vida. Beneficios que, por supuesto, tienen su reflejo en la cuenta de resultados de la empresa, que verá como su capacidad de atracción y retención de talento se multiplica. 

Dicho esto, de la misma manera que no todo el mundo quiere teletrabajar a tiempo completo, mudarse a un municipio más pequeño no entra en los planes de la mayoría. Sin embargo, lo importante es saber que, gracias a la digitalización, ese nivel de flexibilidad es posible y que este tipo de políticas son parte de un salario emocional que genera y garantiza el compromiso de los empleados hacia su compañía.