Fernando Novo Lens

Fernando Novo Lens

Presidente de la Asociación Cultural Hispano-Argelina “Miguel de Cervantes”. Experto en Sostenibilidad y Economía Circular.

Si preguntásemos al público sobre Azerbaiyán, ¿qué podría decirnos de este país de 10 millones de habitantes?. Con una superficie de 86.600 km² (casi la superficie de Andalucía) ¿sabrían localizarlo en un mapa?. Si le dijésemos que está atravesado por la Ruta de la Seda, la red de caminos comerciales que unía Europa con Asia, y que, por tanto, forma  un cruce de caminos entre Oriente y Occidente, y entre el norte (Rusia) con el sur (Irán); y que, además de que el mar Caspio baña 713 kilómetros de costa, entre ellos, su capital, Bakú, es uno de los productores de petróleo más antiguos del mundo, quizás empiece a situarlo en el mapa y a adivinar la importancia estratégica que este país ha tenido a lo largo de su historia, y seguirá teniendo en un futuro, con unos importantes desafíos que alcanzar en cuanto a la sostenibilidad.

Este país, establecido el 28 de mayo de 1918 fue la primera república democrática del mundo islámico y de los primeros del mundo en aprobar el derecho al voto de las mujeres (1918); y desde su independencia de la antigua Unión Soviética, el 18 de octubre de 1991, ha experimentado un notable cambio económico al pasar de una economía de transición a un país de ingresos medio-altos; y esto se debió a que entre los años 1990 y 2015 el PIB experimentó un aumento del 88 %.

No obstante estos datos, la caída de los precios del petróleo (actualmente el barril de Brent oscila entre los 40 – 43 USD) y la fuerte implantación de la industria del petróleo y gas en el país (supuso el 90 % de las exportaciones del país, el 75 % de los ingresos del gobierno y el 48 % de su PIB en 2018), han propiciado que la renta per cápita haya pasado de 8.000 $ en 2014 a los 4.719 $ en la actualidad (influye aún más la situación económica mundial debida a la COVID-19).

Esta situación actual ha puesto de relieve la importancia de potenciar todavía más el plan “Azerbaijan 2020: Look into the future” que su presidente, Ilham Aliyev, aprobó en 2012, y que sentaba las bases de una diversificación de la economía y apoyar el desarrollo del sector no petrolero siguiendo las pautas de un desarrollo sostenible; con una extensión estratégica que llegará a 2025 y años posteriores.

La República Democrática de Azerbaiyán tiene una presencia, cada vez más importante en diferentes organismos asociados a las Naciones Unidas y otros foros internacionales. Por ejemplo, en cuanto a la cultura, en agosto de 2004, la UNESCO nombró, a la elegida años después (febrero de 2017) como Vicepresidenta primera, a la señora Mehriban Aliyeva, como embajadora de buena voluntad para las tradiciones musicales y cultura oral, por su trabajo y defensa en la protección, mantenimiento y difusión de estas artes populares. También le hizo entrega de la medalla conmemorativa “Golden Mozart Medal”. Asimismo, en 2006 fue nombrada embajadora de buena voluntad por la Organización del Mundo Islámico por la Educación, la Ciencia y la Cultura (ISESCO) por su defensa del diálogo entre civilizaciones y culturas, promoción del legado cultural islámico y ayuda a los niños con necesidades especiales.

Las relaciones diplomáticas que, con el Reino de España comenzaron el 11 de febrero de 1992, son excelentes (Azerbaiyán estableció su embajada en España en 2005) y de hecho, el actual embajador, Sr. Anar Maharramov, se ha encargado de potenciarlas a través de múltiples actividades, eventos, etc. a fin de lograr que los lazos que unen a nuestros países sean cada vez más estrechos y amistosos.

Hasta ahora hemos comentado sobre hechos pasados y hasta la actualidad pero, ¿qué le puede deparar el futuro a Azerbaiyán?¿Cómo podría aprovechar las oportunidades tecnológicas y adaptarlas a su geografía, idiosincrasia, etc. para alcanzar un crecimiento sostenible medioambiental, social y económico que hagan del país un modelo de desarrollo?

Es necesario poner de relieve que el Gobierno de Azerbaiyán ha designado como prioritarios para la captación de inversiones a los sectores del turismo, la agricultura e industria alimentaria, la industria química y de maquinaria y las TIC.

Además, la economía, centrada sobre todo en el petróleo y el gas, adolece de una diversificación que el Gobierno desea compensar potenciando las fuentes de energías alternativas y renovables.

En resumen, la visión a largo plazo del Gobierno de Azerbaiyán está puesta en el cumplimiento de los ODS que proporcionarán al país un desarrollo circular y sostenible y, por supuesto, sin dejar a nadie atrás.

Y ¿cómo está resultando el cumplimiento de estos 17 ODS y sus 169 metas por parte de Azerbaiyán? ¿Qué han realizado y qué les queda por hacer?

La primera situación que se debe dar para el cumplimiento de estos ODS es una situación estable y de paz en el país, en cualquier país, así como la existencia de instituciones sólidas y una administración de justicia accesible, eficaz y moderna, tal y como reza el numero 16 de estos objetivos.

Es un hecho objetivo que Azerbaiyán tiene un importante potencial de mejora en cuanto a sus instituciones. Tal y como viene reflejado en el documento “Azerbaijan 2020: Look into the future”, la mejora de la legislación, la transparencia institucional, la lucha contra la corrupción y la mejora de las instituciones serán elementos básicos para que el país pueda desarrollar y cumplir las metas de los ODS, alcanzando un desarrollo sostenible medioambiental, económico y social que permitan al país ser un elemento clave, aún mayor, en el escenario internacional.

Pero no es menos cierto que para que un país se pueda centrar en el desarrollo de sus ciudadanos y territorios lo primero que debería producirse es un escenario de paz. Pues bien, posiblemente ustedes sepan que este escenario de paz no se da en Azerbaiyán debido al conflicto de Nagorno Karavakh que mantiene con su país vecino, Armenia. Este conflicto se remonta a la época del presidente Gorbachov (1988, antigua URSS) y culminó con la ocupación de Nagorno Karavakh y los 7 distritos que la rodean, por parte de Armenia. 

En 1992 el conflicto se intensificó transformándose en una verdadera guerra. Vista la magnitud del enfrentamiento, el grupo de Minsk de la OSCE (cuya presidencia ostentan Estados Unidos, Francia y Rusia) negoció el alto el fuego con la firma del Protocolo de Biskek en 1994. Este conflicto ya ha causado más de 30.000 muertos y el desplazamiento de más de 1 millón de personas, principalmente, hacia otros lugares de Azerbaiyán. 

Pueden ustedes haber oído o leído diferentes versiones del conflicto, pero lo cierto es que 4 resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU en 1993 (822, 853, 874, 884) condenaron la ocupación de los territorios de Azerbaiyán por parte de Armenia y reafirmaron la  soberanía e integridad territorial de las fronteras internacionales de Azerbaiyán, al tiempo que exhortaron a la retirada de las fuerzas armadas armenias de los territorios ocupados, así como el retorno de los desplazados internos a sus tierras de origen en condiciones de seguridad y dignidad.

A juzgar por los hechos actuales, nadie ha hecho caso de estas resoluciones del Consejo de Seguridad; y tampoco se han llevado a cabo los Principios de Madrid para una posible resolución de dicho conflicto, resultantes de la conferencia de la OSCE celebrada en nuestra capital en noviembre de 2007, lo cual, basándonos en la pérdida de vidas humanas, pérdidas materiales….y lo que podría estar por venir, uno se pregunta si realmente la comunidad internacional (y, por supuesto, también ambos contendientes) tiene la voluntad y la determinación de solucionar esta situación de conflicto permanente que no favorece a ninguno de los dos países y encaminarse a un período de paz y reconstrucción. 

No olvidemos que Armenia gasta en armamento el 4,8 % de su PIB y Azerbaiyán, el 3,8 %. Seguro que, en una situación de paz y estabilidad, una buena parte de esos gastos se podrían utilizar en ambos países para mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de desarrollo de sus ciudadanos. 

Hace unas semanas parecía que las relaciones diplomáticas entre ambos países podrían entrar en una fase inicial de entendimiento, pero el pasado 12 de julio se produjeron unos episodios de enfrentamientos graves y continuados, con lo cual, la situación ha vuelto a niveles anteriores de tensión.

La estabilidad de la zona y, sobre todo, el desarrollo de sus sociedades en paz y armonía merecen que ambos países se centren en aquello que los une, que siempre será mucho más que aquello que los separa y ambos, de manera sostenible, podrán centrarse en sus respectivos desarrollos. 

Sus ciudadanos se merecen, tal y como pretenden los ODS, un futuro digno y sostenible, en igualdad de oportunidades y sin dejar a nadie atrás.