Cinco factores necesarios para alcanzar la agilidad empresarial

Empresa | España | Redacción | 12 de septiembre de 2022

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En un entorno de incertidumbre marcado por la inestabilidad geopolítica, la crisis energética y una posible recesión económica en los próximos meses, las organizaciones de todo el mundo invierten recursos en implantar procesos de agilidad empresarial, lo que otorga una mayor adaptación a los cambios. Una tendencia que marcará los próximos años: el 54% de los CIOs impulsará la transformación empresarial para 2026, empoderando a las organizaciones digitalmente resilientes a través de hojas de ruta tecnológicas estratégicas para habilitar una fuerza de trabajo ágil, colaborativa y basada en datos, según el informe IDC FutureScape: Worldwide Digital Transformation 2022 Predictions

En concreto, el Business Agility o Agilidad Empresarial es considerado el estado ideal de las organizaciones en el que son capaces de adaptarse con flexibilidad y rapidez, es decir, de manera ágil, en un mundo aceleradamente cambiante. La agilidad empresarial se basa en la innovación cuya premisa nace de obtener ventajas competitivas, y el aprendizaje derivado de ella; el valor para el cliente; la agilidad como referencia y medio y la implicación del conjunto de la empresa, más allá del departamento de IT.

En 2025 aquellas compañías ágiles, con un liderazgo multifuncional y equipos digitales dispondrán de tasas de innovación más elevadas, mayores beneficios y eficiencias operativas respecto a los competidores directos, tal y como apunta el informe de IDC.

“Durante los últimos años, el Business Agility ha sido un gran aliado en todos los ámbitos, ya que muchas empresas y personas aprendimos a revalorizar nuestros negocios, competencias y propósito, lo que aportó nuevas oportunidades. Sin embargo, el reto estuvo en desarrollarlo en ciclos cortos con feedback continuo ya que no podíamos darnos el lujo de perder tiempo o dinero. Asimismo, la agilidad empresarial ha impulsado la flexibilidad y la productividad comprendiendo las necesidades del cliente y su retroalimentación”, afirma Sergio Zamora, Lead Expert de Netmind.

En este contexto, la consultora de transformación digital Netmind, ha recopilado los cinco factores necesarios para alcanzar la agilidad empresarial.

  1. Tecnología. Es un elemento imprescindible en cualquier organización actual, y una palanca clave para cambiar y cumplir los objetivos del Business Agility, puesto que es vital para la capacidad de adaptación, respuesta rápida al cambio o el feedback de los clientes. La tecnología hace referencia a los métodos, herramientas y técnicas que ayudan a aumentar el flujo y la agilidad en la empresa. De hecho, en muchas ocasiones, será fundamental el suministro de productos y servicios adaptados a los cambios en las condiciones tanto de competidores como de clientes. Asimismo, la tecnología será la que habilite los productos y servicios tradicionales para que funcionen en entornos digitales, cambiando por completo su modus operandi a una velocidad vertiginosa.
     
  2. Liderazgo. El liderazgo en las organizaciones ágiles es muy diferente respecto al que se desarrolla en entornos tradicionales. Sus principales características son la voluntad de tolerar y aprender del fracaso, el claro sentido de propósito y la capacidad para crear límites significativos dentro de los cuales se opera a nivel empresa. Un buen liderazgo se basa en la toma rápida de decisiones, la simplificación del trabajo y la eliminación de las tareas innecesarias para agilizar lo verdaderamente importante.
     
  3. Digitalización. El principal reto que afrontan las organizaciones es adaptarse al constante cambio del entorno, cuya necesidad afloró desde la irrupción de la pandemia y se ha convertido en un elemento indispensable para sobrevivir. La digitalización es fundamental, y en este sentido, el Business Agility ayuda a ser conscientes de la situación en la que se encuentran las compañías para identificar dónde se puede mejorar y proponer soluciones aptas para el propósito de cada empresa.
     
  4. Cultura. Si la cultura de la organización no abraza el cambio o no está dispuesta a adoptar el aprendizaje continuo, cualquier intento de cambiar fundamentalmente la compañía puede resultar inútil. Para las empresas, la cultura es un factor intangible, difícil de definir y modelar. Cambiar la cultura no es fácil; a veces una crisis lo desencadena y otras es el resultado de un proceso de evolución natural dentro de la organización.
     
  5. Talento. La agilidad empresarial utiliza la digitalización y las herramientas tecnológicas para automatizar y estandarizar el trabajo. Una labor que no puede desarrollarse sin un equipo de profesionales comprometido, apasionado y con talento. En las organizaciones ágiles se fomenta el pensamiento crítico individual, la colaboración, el aprendizaje continuo y el replanteamiento constante de los procesos.
     

El Business Agility va a ser determinante, por lo tanto, para potenciar la productividad y la flexibilidad en las organizaciones, comprendiendo las necesidades del cliente y su retroalimentación. Evitando aquellos aspectos que no generen valor, las empresas van a ser capaces de reducir gastos, ganar en eficiencia y generar mayor satisfacción en la plantilla.