Luis López-Cózar (3)

En materia de medioambiente es donde Luis López-Cózar mejor se mueve. Licenciado en Ciencias Químicas, formó parte de la promoción del 93 del Máster en Ingeniería y Gestión Medioambiental de la EOI (Escuela de Organización Industrial) y ahora dirige Azentúa, empresa consultora especialista en buscar nuevas soluciones enfocadas a minimizar los riesgos y detectar las oportunidades derivadas de los impactos y dependencias del Medio Natural y Social. En octubre de 2016, comenzó su presidencia en el Club EOI, la Asociación de Antiguos Alumnos de la Escuela, la cual cuenta con alrededor de 4.000 asociados. A su llegada, López Cózar diseñó un plan de actividad de 40 líneas de acción multidisciplinar y multifocal, cubriendo así muchísimos puntos débiles de la gestión del Club.

¿Cuál es la labor fundamental del Club dentro de la Escuela?
El Club es un embajador de la Escuela. Este es un leitmotiv de la actual Junta Directiva y por supuesto mía como presidente. No tenemos sentido si no es porque estamos avalando y apoyando la gestión de la Escuela y siendo la continuidad de la formación que da la misma. Como misión tenemos que hacer que el alumno, sea cual sea la formación que haya tenido, una vez finalizada, entienda que su labor en la escuela no ha terminado. La Escuela tiene una filosofía interna, una misión, una visión y unos valores propios. Detrás le sigue una especie de cultura propia o de sello particular que tiene la EOI, cultura y sello que nos consta que un gran porcentaje de los alumnos viven e interiorizan. El grado de satisfacción es bastante alto. A mí me gusta decir: “Hoy no termina el camino, hoy comienza el resto del camino”. 

Formación continua, ayuda y seguimiento para el desarrollo profesional son, junto al networking, los grandes ejes de trabajo en los que se centra la Escuela. ¿Qué acciones llevan a cabo para promover la interrelación de los alumnos una vez han finalizado?
Podemos hablar, por ejemplo, del Encuentro Anual de Interpromociones; el último ha sido hace tres meses. En él reunimos a la promoción del MBA del año 1993-1994. Estas cosas funcionan. Con estas dinámicas, además de demostrar la continuidad de la Escuela, recordamos la existencia de la asociación. También destaca el “Ciclo Nuestros Maestros” donde invitamos a destacados profesionales del ámbito tecnológico, empresarial y económico del panorama nacional. Son conferencias de 40 minutos, 20 minutos de preguntas del público y un vino español solo para asociados. Esta iniciativa la abrimos con el gran Antonio Garrigues Walker. Imagínese, una presentación de un auténtico maestro.

¿En qué áreas empresariales y sectores han encontrado en los últimos años las mejores oportunidades laborales?
Sin duda en la transformación digital y el Big Data. EOI tiene una actitud muy anticipatoria ante cuáles son los nuevos grados de formación que demanda la sociedad española. Al acertar en buscar y en encontrar esos grados de formación más pioneros, nos hemos encontrado con la grata sorpresa de que cuando salen, incluso sin haber terminado la formación, los alumnos son llamados por las empresas colaboradoras. En cambio, en nuestra formación tradicional hace falta un esfuerzo importante por parte del Departamento de Alumnos y Carreras Profesionales de la Escuela para visibilizar estos perfiles en las empresas que pueden tener interés en reclutarlos. En este contexto destaca el Company Day, en el que la Escuela reúne a las empresas colaboradoras y nuevas empresas interesadas en perfiles junior y estos realizan una labor de captación entre nuestros candidatos. Es una forma muy interesante de ligar a nuestros alumnos con el mundo laboral. 

Perfiles altos, universitarios, diplomados y licenciados, ese es el perfil general del Alumni. Pero ¿Y si hablamos de género?
El género es completamente abierto. Hay un crecimiento paulatino de alumnas y en muchos casos son mayoría aplastante. En este sentido, me gustaría destacar la reciente entrada en el Club de Belén Pérez Rodríguez, líder de las alumnas del Programa de Predirectivas EOI. Motu proprio y liderazgo personal, unido al apoyo decidido de la Escuela, Belén lanzó esta iniciativa, que reúne a 500 mujeres (alumnas, profesoras…) que pone en valor la figura de la mujer, pero a través de EOI. Desde el Club hemos creado líneas de actuación específicas para impulsar el liderazgo femenino. Además, se trata de una vía extraordinaria para la búsqueda de nuevos asociados.

“En nuestra formación tradicional hace falta un esfuerzo importante por parte del colectivo Alumni de seguimiento y captación de empresas.”

En su opinión, ¿estamos tan mal como dicen los expertos y políticos para que el talento se vaya de España?
Mi opinión es que no estamos bien. Lamentablemente tengo que decir que la primera razón viene del pasado, me refiero a la relación Sociedad-Estado, o Estado-Escuela en este caso. Y no hablo de la nuestra, sino en general. España no es puntera, no está al nivel que debiera estar con respecto a otros países en materia de Investigación y de Formación Científica. Las cifras de 2018, según datos de un informe de la Fundación Alternativas, reflejan que a día de hoy tenemos 200.000 investigadores en el país (6,8 científicos por cada 1.000 habitantes empleados). La media europea está en 7,9, con lo cual no estamos bien. Durante los últimos nueve años, la financiación estatal para promover la investigación y el desarrollo (I+D) ha bajado alrededor de un 30 % según las estadísticas. Esto se ha traducido en una reducción de artículos especializados científicos, que nos ha llevado a ser el undécimo país en publicaciones científicas a nivel mundial. Otro dato es que el número de patentes producidas no para de descender, hablamos de un 60 %. En definitiva, la situación no es buena y esto hace que nuestros talentos e investigadores lamentablemente tengan que salir al extranjero para poder seguir sus trayectorias vocacionales y personales en el mundo de la docencia.

¿Cómo provocar que vuelva ese talento a nuestro país?
Las soluciones son muchas y muy variadas pero la primera de todas pasa por tener acuerdos con el Estado, con políticas dirigidas específicamente a potenciar que tengamos un núcleo de investigación y científico mucho más potente. Los centros de investigación y universidades pueden ser suficientes, pero aquí falta un acuerdo estatal para abordar los problemas nacionales e internacionales y un pacto social que permita la interacción de la ciencia con la
sociedad. Cuando, junto con ello, tengamos un sistema de contratación de personal científico basado en contratos estables y niveles salariales adecuados, es probable que nuestros científicos encuentren en España un área de trabajo y de actividad suficientemente adecuado como para cubrir sus aspiraciones y consigamos lo que todos queremos, que es que vuelvan a casa. Hay una idea importante, y es que tenemos que aumentar el tamaño y la calidad de nuestro tejido científico español. Tenemos que plantear una postindustrialización (esto se utiliza mucho en términos científicos a nivel internacional) basada en la innovación. Donde no hay ciencia, donde no hay conocimiento, no hay progreso. Una de las claves de un país que quiera desarrollarse y quiera ir hacia un mundo contemporáneo, moderno y globalizado es que tiene que cambiar su visión y su enfoque hacia lo importante que es la ciencia. Es decir, tenemos que apoyar mucho más nuestro tejido científico, estudiantil, de postgrado, y, también la innovación. No vale con que las escuelas intenten estar a la última de los conocimientos científicos, de cuál es la empleabilidad más interesante para el país, de dónde están las lagunas… Es necesaria gente que sea capaz de impulsar la cuarta revolución industrial. Nos encontramos en un momento muy cambiante, de grandes retos e innovaciones. 

“Durante los últimos siete años, la financiación estatal para promover la investigación ha bajado alrededor de un 30 % en las estadísticas.”

Desde su experiencia, ¿qué lugar ocupa la sostenibilidad en la gestión empresarial? 
A nivel de sensibilización, en cuanto al concepto y la importancia está a años luz de lo que era hace diez o quince años. Si echamos la vista atrás, nos damos cuenta de que nos encontrábamos en una fase correctiva. Lo que este país necesitaba era ser descontaminado, había que corregirlo. He vivido muy de cerca el proceso de normalización, cómo íbamos aprendiendo las primeras tecnologías para entender el medio ambiente. Mientras nosotros nos encontrábamos en proceso de descontaminación, otros países estaban en la otra política, que es la preventiva. Ahora mismo, en España, estamos en la preventiva. Hoy, el 80 % de los problemas de contaminación está resuelto. Ahora estamos en controlar lo que emitimos en directo, en lo presente. Una vez que esto se ha cubierto hay que pasar hacia otro estadio: la sostenibilidad. De ello se lleva hablando los últimos cinco años. En mi opinión, es necesario considerar el medioambiente dentro de un conjunto. Aquí entra la triple cuenta de resultados de la que hablan las empresas: la variable económica, la variable medioambiental y la variable
social. A nivel teórico, no tengo duda de que lo tenemos todo bastante claro, y desde luego las grandes compañías lo tienen incluido en su gestión diaria. Otra cosa es lo que estamos invirtiendo en sostenibilidad y cuánto nos la creemos. Yo hablaría de evolución positiva en esa implicación en la sostenibilidad, se ve en los mercados, se ve en la ciudad… 

Ahora, las empresas, ¿cuánto están invirtiendo en esto? ¿Qué cualidades considera más importantes en un directivo del siglo XXI?
Es importante que cualquier profesional del mundo actual tenga en mente y muy interiorizada la formación continua; pero sobre todo le doy importancia, y para mí es la clave del directivo del siglo xxi, a las capacidades y talentos específicos fuera del área puramente académica.
Esta es la deuda pendiente, lo hemos descuidado mucho, esto antes no pasaba. Ahora nos encontramos con gente con una inteligencia emocional muy baja, con una capacidad de interaccionar en equipos no muy adecuada, con una capacidad de tolerar frustraciones cada vez más baja. Es un problema generacional. La gente tiene que aguantar un poco más, y tener una cultura de sacrificio que se está perdiendo. En mi opinión, faltan valores, capacidades personales, y esas son las que tiene que tener el futuro directivo. No hay nada de fidelidad, no hay cariño hacia la empresa. Esto en la Escuela lo estamos promoviendo mucho: el formar a la gente en otras cosas. Hay demasiado individualismo, hay falta de cultura colectiva… Antes la empresa era el fin, ahora el fin es el individuo. Y yo digo que el fin debe ser la sociedad. El directivo tiene que ser gran directivo no por la empresa sino porque la empresa aporta un bien a la sociedad. Esa globalización nos tiene que llevar a construir juntos un mundo mejor.